jueves, 16 de marzo de 2017

CUENTO- EL BUSCADOR


EL BUSCADOR

Esta es la historia de una persona al que yo definiría 
como un auténtico buscador…
¿Qué es un buscador? Un buscador es alguien que 
busca; no tiene que porqué ser alguien que encuentra. 
Tampoco tiene que ser alguien que, necesariamente, 
sabe exactamente qué es lo que está buscando. Es 
simplemente alguien para quien su vida se define 
como una búsqueda.
Un día, algo dentro del buscador le hizo sentir que 
debía ir a la ciudad de Kammir. Había aprendido a 
hacer caso estricto a estas sensaciones que venían 
de un lugar recóndito de su interior, así que, sin 
pensárselo dos veces lo dejó todo y partió.
Después de un par de días de marcha por los 
polvorientos y empedrados caminos, divisó a lo lejos, 
la ciudad de Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, 
algo a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. 
Era una colina que estaba tapizada de un verde intenso 
y, además, estaba lleno de árboles, pájaros y flores mágicas.
El sendero se encontraba totalmente rodeaba por una 
especie de valla de madera lustrada. Una puerta de 
bronce lo estaba invitando a entrar y esto hizo de repente 
se olvidase del pueblo y sucumbió ante las ganas de 
descansar en aquél lugar. El buscador cruzó la puerta 
de bronce y caminó lentamente entre las pequeñas 
piedras blancas que estaban colocadas al azar, entre los 
frondosos árboles. Dejó que sus ojos se posaran como 
mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor. 
Sus ojos se correspondían a los de un buscador, lo que 
hizo que descubriera aquella inscripción sobre una de 
las blancas piedras:
Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días
Se sobrecogió al darse cuenta de que aquella piedra no 
era simplemente una piedra, es más, era una lápida. 
Sintió pena al ver que un niño de tan corta edad estaba 
enterrado en aquel lugar. Miró a su alrededor, y el hombre 
se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía 
una inscripción. Esta decía:
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas
El buscador se sintió terriblemente triste. Aquel paraíso 
en realidad era un cementerio, y cada blanca piedra era 
una tumba. Una por una, leyó las lápidas. Todas tenían 
inscripciones parecidas: el nombre y el tiempo de vida 
exacto de la persona fallecida. Pero lo que más le 
conmocionó fue comprobar que la persona que más 
tiempo había vivido, entre los enterrados en ese sitio, 
apenas había cumplido los once años… Embargado por 
una enorme tristeza, se sentó y se puso a llorar.
 El cuidador del cementerio que justo pasaba por allí, 
se acercó. Lo miró llorar durante un rato en completo 
silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar 
enterrado en aquel lugar.
– “No, en realidad no lloró por ningún familiar”, dijo 
el buscador. “¿Qué es lo que pasa en este pueblo? 
¿Por qué hay tantos niños muertos? ¿Cuál es la maldición 
que pesa sobre esta gente, que se han visto obligados 
a construir un cementerio de niños?”
El cuidador sonrió y dijo:
– “Puede usted estar tranquilo. No existe tal maldición. 
Lo que ocurre es que aquí tenemos una vieja tradición. 
Le contaré: cuando un joven cumple quince años, sus 
padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, 
para que la llevé colgada del cuello. Es costumbre entre 
nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno 
disfruta intensamente de algo, abre la libreta y escribe 
en ella:
A la izquierda, qué fue lo disfrutado… A la derecha, 
cuánto tiempo duró ese gozo…
Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo 
duró esa pasión enorme y el placer de conocerla: 
¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas…? Y después, 
la emoción de ese primer beso, ¿Cuánto duró? ¿El minuto 
y medio del beso? ¿Dos días (si contamos la emoción)? 
¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…? 
¿Y la boda de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? 
¿Y las comidas con los amigos? ¿Y el encuentro con 
el hermano que vuelve por fin de ese sitio lejano? 
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? 
¿Horas? ¿Días? ¿Semanas?
Y así, vamos anotando en la libreta esos momentos que 
tanto disfrutamos… sí…, cada momento.

Entonces, cuando alguien muere, es tradición abrir su libreta 
y sumar el tiempo de los momentos disfrutados para así 
escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros 
ese es el único y verdadero tiempo vivido”.

Ilesin

4 comentarios:

  1. Hola Ilesin.. Eso demuestra que los buenos momentos de disfrute en la vida, ocupan poco espacio, y hay que aprovecharlos..
    Un abrazo..

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    1. Así es mi querido Llorenç por eso hay que vivir todo intensamente para acumular cosas alegres y positivas y no dejar vencer por las negativas y tristes. Muchas gracias por tus palabras.
      besos

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  2. Es verdad que la vida es vivida en muy poco tiempo y es por que no estamos abiertos a ver claramente todo que en ella hay de bello. Gran reflexión, gracias.
    Saludos

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    1. Los buenos momentos suelen ser breves pero no por ello dejan de ser intensos esos son los que realmente guardamos en nuestro interior. Muchas gracias por tus palabras.
      besos

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