miércoles, 23 de septiembre de 2020

18) SANACIÓN DE VÍNCULOS FAMILIARES / RELACIONES DE PAREJA


RELACIONES DE PAREJA

En las heridas que se generan dentro de las relaciones 

de pareja, suele haber un efecto espejo, a través del

cual cada uno de las partes ve en el otro esas 

circunstancias del pasado que todavía están causando

cierto dolor interior y por ello suelen actuar de manera

insatisfactoria frente a la pareja, por ver en ella, esas

partes de si mismos que todavía hay que sanar.

Podemos observar que hay ciertas dinámicas de 

relación que generan sufrimiento, que sabotean 

nuestras relaciones e impiden que crezca el amor 

y la intimidad en la pareja. 

Generalmente conocemos esos patrones porque 

los hemos experimentado muchas veces. 

Pero aunque los conocemos y queremos evitarlos, 

seguimos repitiéndolos.

Estos patrones son solamente la punta de un iceberg. 

No es suficiente con ver la parte visible del problema. 

Para crear relaciones más conscientes, armónicas 

y nutritivas necesitamos ver el iceberg completo. 

El origen de los patrones y las dinámicas de 

codependencia son nuestras heridas emocionales. 

Heridas antiguas, secuelas de carencias, invasiones 

y experiencias traumáticas no integradas de nuestra 

infancia y adolescencia.

En las relaciones de pareja buscamos inconscientemente 

colmar las carencias de nuestro niño/a interior herido/a. 

A través del amor y la intimidad anhelamos nutrir y sanar 

nuestro corazón. Pero, inevitablemente, la relaciones 

provocan el dolor, el temor y las heridas que albergamos 

en nuestro corazón. Al principio de la relación estamos muy 

ilusionados y esperanzados porque creemos que el 

otro puede darnos el amor que necesitamos. 

Pero antes o después empezarán a manifestarse nuestras 

heridas e inseguridades: 

el miedo a perdernos en la relación, a ser usados,

invadidos o abandonados; bloqueos, vergüenza, 

sentimientos de carencia y desvalorización, tristeza 

y rabia. Un malestar y una ansiedad que, cuando no 

gestionamos adecuadamente, genera desconfianza, 

reproches, conflicto, rechazo o dependencia.

El primer patrón de codependencia que observamos 

en la relación de pareja –consecuencia de las heridas 

emocionales de nuestro niño/a interior–, es una 

polarización. Esto es, un miembro de la pareja 

empieza a sentir carencia de amor y se vuelve 

“dependiente,” mientras que el otro se siente 

sofocado por la necesidad o las expectativas de 

su pareja y se vuelve “rechazador.” 

El rechazador cree que el problema lo tiene el otro 

por albergar demasiadas expectativas. 

Mientras que el dependiente cree que el 

rechazador se escuda con una coraza para no abrirse 

realmente. Ambos tienen parte de razón, pero la

solución no pasa por intentar cambiar al otro.

Aunque lo viven de forma muy distinta, los dos 

miembros de la pareja se sienten traicionados en 

sus necesidades y se acusan mutuamente por su 

malestar y por los problemas de la relación. 

El dependiente reclama más tiempo compartido, 

amor y compromiso, mientras que el rechazador 

quiere más espacio, desapego e independencia. 

Este desencuentro genera mucha susceptibilidad 

y dificultad para abrirnos, ser vulnerables y 

conectar íntimamente. 

Sin un esfuerzo por ambas partes para traer 

consciencia y responsabilidad a las heridas y 

temores que están aflorando, la relación entrará 

en una espiral de reproches, dolor y desamor 

que conducirá a la ruptura.

Además de estos patrones, cuando no se ha 

sanado los vínculos familiares, para tratar de 

conseguir amor utilizamos unos roles. 

Algunas personas buscan el amor “queriendo

 ayudar,” asumiendo un rol parental, 

comportándose como padre/madre, maestro, 

cuidador, salvador o psicólogo de su pareja. 

Mientras que el otro/a tiende a empequeñecerse, 

a delegar su responsabilidad, a volverse 

“niño/a,” a tomar un rol filial.

Al principio de la relación ambos miembros 

de la pareja pueden sentirse muy a gusto 

interpretando su rol. Los dos se alegran de 

haberse encontrado, porque aparentemente 

se complementan muy bien. 

Pero el desequilibrio que generan roles, 

unido a la falta de contacto y responsabilidad 

con aquello que disfrazan los roles, dañan 

la autoestima, la confianza y la intimidad.

Ello hace que se generen 4 patrones 

-Aceptación

Viene detrás de una herida escondida de culpa,

rechazo y vacío.

Que solo podrá sanarse perdonando y valorándose

a si mismo.

-Afecto

Viene detrás de una herida escondida de soledad

y abandono.

Que solo podrá sanarse soltando el apego que 

se tiene hacia la pareja.

-Respeto

Viene detrás de la herida escondida de

la humillación.

Que solo se podrá sanar cuando la persona

se reafirme a si misma y deje de tener un

papel servicial.

-Reconocimiento

Viene detrás de la herida escondida de

la frustración y la desconfianza.

Que solo podrá sanarse cuando la persona

sea consciente de sus carencias.



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