miércoles, 12 de agosto de 2020

13) SANACIÓN DE VÍNCULOS FAMILIARES / NIÑO/A ABANDONADO


 NIÑO/A ABANDONADO

La ausencia de los padres tanto física como emocional,

genera un vacío emocional, miedos, soledad, que hace

sentir a la persona abandonada; lo que trae como

consecuencia un individuo distraído, aislado, victimizado,

reforzando el patrón de comportamiento hacia

convertirse en una persona dependiente.

En la edad adulta, suelen ser personas con problemas

de autoestima, inseguras, con miedo a estar sólo,

y con temor nuevamente al abandono. Con un alto

porcentaje a ser una persona codependiente afectiva,

porque establecen relaciones de sobreprotección,

de victimismo, obsesivas, con miedo a esa herida

de abandono desde su infancia. La herida de abandono

se manifiesta con relaciones de dependencia emocional

y adicciones. Esto genera mucho dolor, vacío y soledad

interior. A pesar de estar en una relación, sienten que

nunca reciben el amor que necesitan, por parte de su

pareja. Siente que el otro no le ama lo suficiente es

una de las características principales de la dependencia

emocional, la cual le hace creer que la causa de su

tristeza y soledad interna depende del otro cuando,

en realidad, está en su interior. Eso genera que se cree

una herida emocional que crea un patrón, ósea un

esquema inconsciente, que se dispara de forma

automática cada vez que se activa en tu interior, la

herida de abandono. Este patrón interno le hace

reaccionar, de manera automática, y sabotea tu

relación de pareja y la relación contigo misma/o.

¿Qué significa abandonar?

Abandonar a alguien significa apartarse de él, dejarlo,

no desear más tener que ver con él. A veces el

abandono se confunde con el rechazo, pero hay una

diferencia. Si decides rechazar a alguien lo repeles,

para no tenerle junto a ti. Sin embargo, si decides

abandonarlo te alejas, te marchas, para tomar

distancia de forma temporal o definitiva. Muchas

personas que sufren la herida de abandono dicen que

hubo una falta de comunicación con el progenitor

del sexo opuesto, le veían una persona reservada,

que ocupaba poco espacio en la relación y con poco

interés hacia el hijo en cuestión. Quien sufre de la

herida de abandono, y de dependencia emocional,

no se siente suficientemente nutrido de un punto

de vista afectivo. Muchas personas, cuando se dan

cuenta que todas sus carencias vienen de la relación

con los padres, les tienen mucho rencor. Les echan

la culpa para sentir dolor y sufrimiento en su interior.

Cuando se sana la herida van a poder entender que

ellos han hecho lo máximo que han podido, de la

mejor manera que supieron, según sus propias

creencias y condicionamientos. No hay que olvidar

que ellos probablemente han pasado por lo mismo

que nosotros, aunque de diferente manera. Todos

tenemos heridas emocionales que sanar y que duelen.

A nuestros padres tampoco nadie les ha explicado esto,

la diferencia está en que hoy nosotros tenemos la

suerte de que hay mucha información, pero en aquella

época no era así. Ahora que sabemos que las heridas

vienen de la infancia tenemos la posibilidad de sanar

las relaciones con ellos para liberarnos de la

dependencia emocional, que solo sirve a garantizarnos

el sufrimiento eterno. Para quitarte la dependencia

emocional es fundamental sanar la relación con los

padres. El dependiente emocional se caracteriza para

ser víctima y crear dramas. Crea problemas de

cualquier tipo, sobretodo de salud para atraer atención,

inconscientemente crea estos problemas para sentirse

en el derecho de pedir atención. El dependiente

dramatiza todo, lo exagera.

Cómo sanar la herida de abandono.

El primer paso fundamental es reconocer que existe

una herida emocional. Por esto hay que ser humilde

y hacer un atento análisis. Luego hay que aceptar

la situación en la cual se está y hacernos conscientes

que hay algo que sanar, lo cual es normal. En cuanto

a seres humanos somos imperfectos y tampoco se

trata de llegar a ser perfectos, lo cual de hecho es

una ilusión. Simplemente se trata de liberarnos de

todos los condicionamientos que nos hacen sufrir,

boicotean nuestras relaciones y nos impide ser

felices y libres de amar de una manera sana.

No se trata de querer cambiar, más bien de sanar.

Nuestra familia no es casual, ha sido elegida por

nuestra alma, antes de reencarnarse, para trabajar

juntos temas específicos. Lo mismo vale con nuestra

pareja. El sufrimiento no está en el hecho, más bien

en cómo lo percibimos. Cambiar nuestra percepción

es la clave para sanar nuestra herida de abandono

y la dependencia emocional. Para ello hemos de

ser muy conscientes de que alimentamos nuestra

herida de abandono cada vez que:

-Abandonamos un proyecto que nos gusta.

-no nos cuidamos y no nos escuchamos.

-Alejamos a los demás cuando queremos agarrarnos a ellos y de

esta manera nos abandonan.

-Creamos enfermedades físicas para atraer atención.

Como sanar la herida del niño / a abandonado

La herida del abandono debe curarse prestando una

especial atención a la autoestima y, por encima de

todo, siendo capaces de perdonar, de liberarnos de

ese pasado como quien corta el hilo de un globo

muy oscuro y lo deja ir.

La herida se está sanando cuando podemos

encontrarnos bien, aunque estemos solos y buscamos

menos la atención de los demás. La vida se nos hace

menos dramática y tenemos ganas de empezar

nuevos proyectos y seguir adelante, aunque los

demás no nos apoyen.

Meditación para sanar al niño / a abandonado

Iniciamos la meditación buscando un lugar

tranquilo, cómodo, donde nadie pueda molestarnos,

donde nos sintamos seguros y relajados.

Empezamos a buscar una respiración pausada,

acompasada y para ello respiraremos 5 veces

profundamente inspirando por la nariz y exhalando

por la boca, mientras vamos soltando nuestras

preocupaciones y tensiones, a la vez que sentimos

paz y armonía interior.

Después vamos a escuchar los latidos de nuestro

corazón y siguiendo su compás vamos a ir soltando

cada vez más nuestro cuerpo, sintiéndolo cada vez

más relajado y liviano. Ahora poco a poco vamos

a empezar a visualizar que a ti mismo como eres

ahora. Imagina que estás entrando a la habitación

que tenías cuando eras pequeño. Abres la puerta

y ves a un niño cabizbajo, inseguro. Ese niño eres

tú cuando eras pequeño. En la habitación estás tú,

tal y como eres ahora, acompañado por un niño,

que es el de la etapa de tu infancia. Acércate a

ese niño herido, sensible, temeroso y pregúntale

qué le pasa. Ahora puedes comprenderle, besarle,

abrazarle, darle protección, apoyo, amor… Hazlo,

trátate como te hubiera gustado que te trataran

en la niñez. Dale cariño y comprensión, abrázalo

fuerte y dile que a partir de ahora estará a salvo,

que lo cuidarás y aceptarás como se merece.

Juega con él, diviértelo, deja que salga su

espontaneidad. Sigue imaginando y visualizando

que te llevas a tu niño a donde le apetezca.

¿Dónde deseabas ir cuando eras niño?

¿Qué capricho deseabas y no pudiste tener?

¿Qué afectos te faltaron? ¿Cuáles tuviste?

Ahora tú le puedes darle lo que desee.

Cuando ya tu niño interior se sienta motivado

y alegre, vuelve a la habitación. Déjalo allí a

salvo y despídete de él, diciéndole que cada

vez que lo necesite irás a ayudarle, a

comprenderle y a darle amor. Agradece

todo este tiempo has has pasado con él, 

todo lo que has vuelto a vivir y poco a poco 

vas tomando consciencia de tu cuerpo, de

donde estas y vas iniciando un movimiento

de tu cuerpo, hasta que finalmente abres

los ojos.

 

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