LA LEYENDA DEL BAMBÚ
Y
llegó el día en que me di por vencido. No podía más,
con todo el trabajo que
estaba realizando y no veía que
esto diera ningún fruto, por eso llegó el día
en que
renuncié a mi todo, renuncié a mi vida.
Necesitaba
hablar con el maestro y contarle mi frustración,
así que me dirigí a su casa.
“Maestro”,
le dije. “No puedo más, me rindo. Trabajo
duro y en cambio no veo que esto
funcione, necesito de
tu ayuda, ¿Podrías darme una buena razón para seguir
con
todo esto y no darme por vencido?”
Una
vez más, y como era costumbre, su respuesta me
sorprendió.” Mira a tu
alrededor”, me dijo:
“Ves
ese helecho y ese bambú?”
“Sí,
los veo, ¿Qué pasa con ellos?”, respondí.
“Mira,
cuando sembré las semillas del helecho y el bambú,
las cuidé muy bien por
igual. Las regué, las mimé, les di
luz. ¿Y cuál fue la respuesta? Pues que el
helecho creció
rápidamente, y pronto su esplendor se hizo visible; pero
no
había ni rastro de la semilla del bambú. Aun así,
no renuncié y seguí cuidando
a los dos por igual.
En
el segundo año, el helecho siguió creciendo fuerte y
brillante; pero de la
semilla del bambú seguía sin verse
rastro. Aun así, no renuncié al bambú, y así
durante
cuatro años. Eso sí, nunca renuncié.
Al
quinto año, algo se asomaba de la tierra donde planté
las semillas de bambú…
¡Sí, era un brote! Al lado del
helecho, este brote era aparentemente
insignificante y
frágil, pero en tan sólo unos meses, el bambú creció y
creció hasta
alcanzar una considerable altura.
¿Por
qué durante tanto tiempo no había ni rastro del
bambú y luego en tan solo unos
meses salió con semejante
fuerza? La respuesta es que, durante esos cinco años,
el
bambú se había pasado los días echando raíces. Esas
raíces lo hicieron
fuerte y le abastecieron con aquello
necesario para sobrevivir.
Si
aplicas esta historia a tu vida, te darás cuenta que
durante todo este tiempo
has estado luchando, has estado
echando raíces. Nunca debes compararte con
otros, cada
uno de nosotros tenemos nuestro propósito y por ellos
tenemos un
ritmo de desarrollo distinto.
Una
vez termines de echar raíces y hacerte fuerte, crecerás,
y crecerás muy alto.
Ahora es momento de reflexión,
¿realmente vas a renunciar? Nunca se ha de arrepentir
de ningún día de tu vida, los buenos momentos te dan
felicidad, los malos
aprendizaje; pero ambos son
necesarios para tu vida.
Recuerda:
la felicidad te mantiene en dulzura, los continuos
intentos, te mantienen
fuerte, las penas y tristezas te hacen
ser humano, las caídas, te aportan
humildad. El éxito hace
que brilles, pero solo tu fuerza de voluntad te
mantiene
en el camino.
Ilesin
Maravilloso cuento para reflexionar. Sobre todo en el momento en que queremos estar y en realidad sentimos que las raices quedan por afianzarse o hacerse más fuertes para poder brotar.
ResponderEliminarBesos de luz
Me alegro mucho de que te gustara. Muchas gracias por tus palabras.
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Precioso y aleccionador.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias mi querida Musa, me alegro que te haya gustado.
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Un cuento constructivo y sanador.
ResponderEliminarBesos.
Gracias.
Muchas gracias a vosotros por vuestras palabras. Me alegro de que os haya gustado.
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