La ausencia de los padres tanto física como emocional,
genera un vacío emocional, miedos, soledad, que hace
sentir a la persona abandonada; lo que trae como
consecuencia un individuo distraído, aislado, victimizado,
reforzando el patrón de comportamiento hacia
convertirse en una persona dependiente.
En la edad adulta, suelen ser personas con problemas
de autoestima, inseguras, con miedo a estar sólo,
y con temor nuevamente al abandono. Con un alto
porcentaje a ser una persona codependiente afectiva,
porque establecen relaciones de sobreprotección,
de victimismo, obsesivas, con miedo a esa herida
de abandono desde su infancia. La herida de abandono
se manifiesta con relaciones de dependencia emocional
y adicciones. Esto genera mucho dolor, vacío y soledad
interior. A pesar de estar en una relación, sienten que
nunca reciben el amor que necesitan, por parte de su
pareja. Siente que el otro no le ama lo suficiente es
una de las características principales de la dependencia
emocional, la cual le hace creer que la causa de su
tristeza y soledad interna depende del otro cuando,
en realidad, está en su interior. Eso genera que se cree
una herida emocional que crea un patrón, ósea un
esquema inconsciente, que se dispara de forma
automática cada vez que se activa en tu interior, la
herida de abandono. Este patrón interno le hace
reaccionar, de manera automática, y sabotea tu
relación de pareja y la relación contigo misma/o.
¿Qué significa abandonar?
Abandonar a alguien significa apartarse de él, dejarlo,
no desear más tener que ver con él. A veces el
abandono se confunde con el rechazo, pero hay una
diferencia. Si decides rechazar a alguien lo repeles,
para no tenerle junto a ti. Sin embargo, si decides
abandonarlo te alejas, te marchas, para tomar
distancia de forma temporal o definitiva. Muchas
personas que sufren la herida de abandono dicen que
hubo una falta de comunicación con el progenitor
del sexo opuesto, le veían una persona reservada,
que ocupaba poco espacio en la relación y con poco
interés hacia el hijo en cuestión. Quien sufre de la
herida de abandono, y de dependencia emocional,
no se siente suficientemente nutrido de un punto
de vista afectivo. Muchas personas, cuando se dan
cuenta que todas sus carencias vienen de la relación
con los padres, les tienen mucho rencor. Les echan
la culpa para sentir dolor y sufrimiento en su interior.
Cuando se sana la herida van a poder entender que
ellos han hecho lo máximo que han podido, de la
mejor manera que supieron, según sus propias
creencias y condicionamientos. No hay que olvidar
que ellos probablemente han pasado por lo mismo
que nosotros, aunque de diferente manera. Todos
tenemos heridas emocionales que sanar y que duelen.
A nuestros padres tampoco nadie les ha explicado esto,
la diferencia está en que hoy nosotros tenemos la
suerte de que hay mucha información, pero en aquella
época no era así. Ahora que sabemos que las heridas
vienen de la infancia tenemos la posibilidad de sanar
las relaciones con ellos para liberarnos de la
dependencia emocional, que solo sirve a garantizarnos
el sufrimiento eterno. Para quitarte la dependencia
emocional es fundamental sanar la relación con los
padres. El dependiente emocional se caracteriza para
ser víctima y crear dramas. Crea problemas de
cualquier tipo, sobretodo de salud para atraer atención,
inconscientemente crea estos problemas para sentirse
en el derecho de pedir atención. El dependiente
dramatiza todo, lo exagera.
Cómo sanar la herida de abandono.
El primer paso fundamental es reconocer que existe
una herida emocional. Por esto hay que ser humilde
y hacer un atento análisis. Luego hay que aceptar
la situación en la cual se está y hacernos conscientes
que hay algo que sanar, lo cual es normal. En cuanto
a seres humanos somos imperfectos y tampoco se
trata de llegar a ser perfectos, lo cual de hecho es
una ilusión. Simplemente se trata de liberarnos de
todos los condicionamientos que nos hacen sufrir,
boicotean nuestras relaciones y nos impide ser
felices y libres de amar de una manera sana.
No se trata de querer cambiar, más bien de sanar.
Nuestra familia no es casual, ha sido elegida por
nuestra alma, antes de reencarnarse, para trabajar
juntos temas específicos. Lo mismo vale con nuestra
pareja. El sufrimiento no está en el hecho, más bien
en cómo lo percibimos. Cambiar nuestra percepción
es la clave para sanar nuestra herida de abandono
y la dependencia emocional. Para ello hemos de
ser muy conscientes de que alimentamos nuestra
herida de abandono cada vez que:
-Abandonamos un proyecto que nos gusta.
-no nos cuidamos y no nos escuchamos.
-Alejamos a los demás cuando queremos agarrarnos a ellos y de
esta manera nos abandonan.
-Creamos enfermedades físicas para atraer atención.
Como sanar la herida del niño / a abandonado
La herida del abandono debe curarse prestando una
especial atención a la autoestima y, por encima de
todo, siendo capaces de perdonar, de liberarnos de
ese pasado como quien corta el hilo de un globo
muy oscuro y lo deja ir.
La herida se está sanando cuando podemos
encontrarnos bien, aunque estemos solos y buscamos
menos la atención de los demás. La vida se nos hace
menos dramática y tenemos ganas de empezar
nuevos proyectos y seguir adelante, aunque los
demás no nos apoyen.
Meditación para sanar al niño / a abandonado
Iniciamos la meditación buscando un lugar
tranquilo, cómodo, donde nadie pueda molestarnos,
donde nos sintamos seguros y relajados.
Empezamos a buscar una respiración pausada,
acompasada y para ello respiraremos 5 veces
profundamente inspirando por la nariz y exhalando
por la boca, mientras vamos soltando nuestras
preocupaciones y tensiones, a la vez que sentimos
paz y armonía interior.
Después vamos a escuchar los latidos de nuestro
corazón y siguiendo su compás vamos a ir soltando
cada vez más nuestro cuerpo, sintiéndolo cada vez
más relajado y liviano. Ahora poco a poco vamos
a empezar a visualizar que a ti mismo como eres
ahora. Imagina que estás entrando a la habitación
que tenías cuando eras pequeño. Abres la puerta
y ves a un niño cabizbajo, inseguro. Ese niño eres
tú cuando eras pequeño. En la habitación estás tú,
tal y como eres ahora, acompañado por un niño,
que es el de la etapa de tu infancia. Acércate a
ese niño herido, sensible, temeroso y pregúntale
qué le pasa. Ahora puedes comprenderle, besarle,
abrazarle, darle protección, apoyo, amor… Hazlo,
trátate como te hubiera gustado que te trataran
en la niñez. Dale cariño y comprensión, abrázalo
fuerte y dile que a partir de ahora estará a salvo,
que lo cuidarás y aceptarás como se merece.
Juega con él, diviértelo, deja que salga su
espontaneidad. Sigue imaginando y visualizando
que te llevas a tu niño a donde le apetezca.
¿Dónde deseabas ir cuando eras niño?
¿Qué capricho deseabas y no pudiste tener?
¿Qué afectos te faltaron? ¿Cuáles tuviste?
Ahora tú le puedes darle lo que desee.
Cuando ya tu niño interior se sienta motivado
y alegre, vuelve a la habitación. Déjalo allí a
salvo y despídete de él, diciéndole que cada
vez que lo necesite irás a ayudarle, a
comprenderle y a darle amor. Agradece
todo este tiempo has has pasado con él,
todo lo que has vuelto a vivir y poco a poco
vas tomando consciencia de tu cuerpo, de
donde estas y vas iniciando un movimiento
de tu cuerpo, hasta que finalmente abres
los ojos.
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