EL NIÑO/A HUMILLADO
Esta herida se abre cuando el niño/a siente
que sus padres lo desaprueban y critican,
afectando directamente a su autoestima,
sobre todo cuando lo ridiculizan.
Este niño/a construye una personalidad
dependiente, que esta dispuesta a hacer
cualquier cosa por sentirse útil y valido,
lo cual contribuye a alimentar más su
herida, ya que si los demás no le
reconocen, él tampoco lo hará.
Quien ha sufrido la humillación tiene
dificultades para expresarse y es
especialista en rebajarse a si mismo.
Se considera mucho más pequeño y
menos importante de lo que en realidad
es, olvidándose de sus propias
necesidades, para complacer a los
demás y ganarse su cariño, aprobación
y respeto. La herida de la humillación,
crea la máscara del masoquista, el
escudo protector que se utiliza para
no entrar en contacto con el profundo
dolor que se siente.
Ese masoquista, siente satisfacción y
placer en el sufrir casi siempre de
manera inconsciente, busca humillación
y dolor, hace cosas para hacerse daño o
castigarse, antes que lo hagan los demás.
Puede ser una persona que siente culpa
pero sin sentir vergüenza, pero no
siente vergüenza sin sentirse culpable.
Como sanar la herida de la humillación
La humillación se erige como una carga
emocional pesada en la espalda que
necesita ser soltada a través del perdón,
hacia las personas que lo dañaron,
haciendo las paces con el pasado, para
poder comenzar a valorase como la
persona que realmente es, aquella de
la que solo él o ella es responsable
como adulto. Desprendiéndose de esa
mascara de dolor, que se ejecuta hacia
si mismo para sentirse que es alguien
superior frente a los demás. Asumiendo
que ese patrón de humillación, no
conduce a nada.
Meditación con el niño humillado
Como siempre iniciamos una respiración
lenta, pausada y profunda que nos permita
ir relajando nuestro cuerpo, nuestra mente,
nuestro corazón, desechando con cada
exhalación todo aquello que nos afecta
en lo profundo del alma y con cada
inhalación, recogemos amor, calma y
estabilidad.
Poco a poco vamos visualizando que
estamos en un momento de nuestra
vida en que nuestro niño/a interior se
sintió humillado y que su autoestima
iba perdiendo fuerza generando
una sensación de ridiculez e inutilidad.
Lo miramos e intentamos hablarle,
abrazarle, amarle, para que vuelva a
sentirse confiando, valorado y que
nada ni nadie lo volverá a humillar,
silenciar ni infravalorar, que estamos
abierto a escucharle a tener presente
que juntos trabajaremos para perdonar
todas las heridas del pasado, que
nos han hecho actuar de manera
injusta ante la vida, creando situaciones
de dolor personal y a nuestro alrededor,
solo para sentir que somos escuchados.
Escribir en un papel todo aquello que
sentís, que tenéis guardado en vuestro
interior y que os deja una huella de
sufrimiento y juntos cogidos de la mano,
buscad un lugar que sea espacial para
vosotros, un lugar que os traiga felicidad
y amor y enterrad ese papel, para
que la madre tierra lo sane y transmute
dentro de vosotros. Después volved a
ese lugar donde estabais, abrazados
sentir ese amor que hay entre vosotros
y vuestro niño/a interior, agradecerle
todo su trabajo, su lealtad y amor.
Despediros y poco a poco volved a ser
conscientes de vuestro cuerpo, de
vuestro corazón y empezad a mover
vuestras manos, brazos, pies, piernas,
espalda, cabeza hasta que os sintáis
preparados y abráis tranquilamente
los ojos, sintiendo paz y amor.
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