EL NIÑO INJUSTO
Esta herida emocional se origina, cuando los
progenitores son fríos y rígidos, con una
educación autoritaria y no respetuosa hacía
los niños. La exigencia constante generará
sentimientos de ineficacia, inutilidad y la
sensación de injusticia.
Esta herida emocional genera adultos rígidos,
que no son capaces de negociar ni de mantener
diálogos con opiniones diversas. Sus intenciones
girarán en torno a ganar poder e importancia,
siendo fanáticos del orden y el perfeccionismo.
Como sanar la herida del niño injusto
La mejor forma de sanar esta herida es trabajar
la rigidez mental, cultivando la flexibilidad y
la confianza hacia los demás. Hay que aprender
a no exigirse tanto, a criticar y sobretodo hay
que valorarse tal y como cada uno es.
En cierta manera hay que destruir esa armadura
que se ha creado y que impide a la persona
mostrarse con todo su poder y capacidad.
Hay que conectar con sus sentimientos, mostrar
cariño hacia si mismo y los demás, aceptar los
limites y escuchar a nuestro cuerpo (físico,
psíquico y emocional) para evitar agotamientos
y enfados
Meditación para sanar al niño injusto
Iniciamos la meditación con una respiración
profunda relajada que nos permita interiorizarnos
en nuestro interior y abrir las puertas de nuestras
emociones. Vamos liberando esa tensión acumulada,
esa rigidez mental, y emocional que nos esta
impidiendo mostramos como somos de verdad y
vamos soltando el dolor de nos a ver sido escuchados,
comprendidos y valorados en nuestra vida.
Poco a poco vamos visualizando nuestro cuerpo
dentro de una armadura, que esta en algunas partes
rota, oxidada y que nos impide movernos en
libertad, y nos damos cuenta que esa armadura
la hemos creado nosotros mismos con nuestros
miedos, inseguridades y rigideces mentales,
así que poco a poco vamos revisando nuestra
vida, nuestras emociones, nuestros pensamientos
y vamos aceptando que todos podemos ser y somos
mucho más de lo que a veces creemos, que estamos
más que capacitados para alcanzar y obtener
todo aquello que necesitamos y deseamos, visualizando
que con cada pensamiento positivo hacia nosotros
mismos y con cada acto de amor incondicional hacia
quienes somos una parte de esa armadura se cae,
se desprende, permitiendo sentirnos más livianos,
más confiados y conectados con nuestra esencia
interior. Sin embargo, hay una parte de la armadura
que parece resistirse y que esta cerca del corazón,
es la morada de nuestro niño interior, que ha
permanecido encerrado y silenciado por mucho tiempo
de manera injusta, por eso hay que recuperar su
amor, su confianza, su contacto de alma a alma y
que vea que deseamos amarle, valorarle y aprender
de él, hablarle convencerlo de que vuestros sentimientos
son verdaderos y que ya nunca se volverá a sentir
oprimido, que necesitáis caminar juntos en este senda
de conocimiento personal, para transmutar el dolor.
Estar con él el tiempo que necesitéis, no hay prisa.
Cuando creáis que ya estáis preparados, volved
poco a poco a tomar consciencia de donde estáis
y de vuestro cuerpo, empezando a mover pies, piernas,
brazos, manos, espalda, etc hasta abrir los ojos.
Agradeciendo la experiencia vivida
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