MEDITACIÓN FINAL DEL NIÑO INTERIOR
Iniciamos la meditación con 5 respiraciones
profundas, relajadas que nos permiten ir
soltando, con todas las tensiones, las
preocupaciones, las limitaciones y los apegos
que durante nuestra vida hemos ido recibiendo.
Vamos centrando nuestra atención en nuestro
corazón, en sus latidos, en ese compás que
nos adentra hacia nuestra esencia interior,
hacia la comunicación con nuestro niño
interior, con sus energía y amor.
Poco a poco vamos a ir visualizando que nos
dirigimos por un pasillo lleno de luz y con
múltiples puertas, que nos están invitando
a ser abiertas, a descubrir que hay detrás de
ellas, estamos en el almacén de los registros,
donde están guardadas todas las experiencias,
los recuerdos vividos, las emociones sentidas,
que nos han ido forjando quienes somos hoy.
Observamos todas y cada una de esas puertas
y respiramos profundamente, para sintonizar
con las energías allí presentes de todos esos
instantes vividos, de todas y cada una de las
historias pasadas que nos dejaron huellas
imborrables, algunas hermosas, otras dolorosas
y quizás algunas traumáticas, pero que hay
que perdonar, sanar y transmutar.
Una vez reconocida la puerta que nos esta
llamando, nos acercamos despacio hacia ella
y con mano firme y decidida, la abrimos y
penetramos en ella, recordemos que nos hay
dolor, ni miedo, solo amor, comprensión y
que estamos en un proceso de sanación y
aprendizaje de las verdaderas lecciones que
junto a nuestro niño interior hemos aprendido.
Observar la estancia, si esta vacía o con objetos,
si hay personas o tal vez algo que debéis
de averiguar para poder cerrar esa pagina
del pasado que todavía hoy os impide progresar.
No juzguéis nada, todo esta bien, todo es
perfecto y esta acordado para vuestra sanación.
Es un momento para recuperar esa alineación
con la energía de vuestro niño interior, abrazarle,
amarle, besarle, comprenderle, sed uno con su ser.
Estáis junto en este proceso de soltar creencias,
pensamientos, emociones y sentimientos
obsoletos, que os han estado dañando y
bloqueando vuestro camino.
Hoy vais a desprenderos de ellos, vas a liberar
vuestra alma de todo aquello que os ha dañado,
limitado e infringido temor.
Para ello vais a repetir conmigo:
Oh, mi niño...
Me perdonarás por todos los errores de
pensamiento, palabras, hechos y acciones que
he acumulado y te he presentado en estos
eones de tiempo.
Como tu madre / padre, hoy te perdono por
todos tus errores, tus miedos, resentimientos,
inseguridades, culpas y frustraciones.
Ven y dame la mano, y con reverencia pídele
al padre, nuestro Aumakua, que se una a
nosotros y tome nuestras manos, como una
unidad de dos, pídele al padre que se una
a nosotros y así convirtamos los tres en una
unidad de uno.
Hago que el amor fluya de mí hacia ti y de
nosotros hacia el padre.
Que el divino creador nos abrace en el círculo
del amor divino.
Perdóname, lo siento, gracias, te amo.
Ahora nos despedimos agradeciendo a la
fuente, a nuestro niño interior, a nuestro
yo superior, a nuestros guías y ancestros
toda la ayuda recibida, todo el amor y nos
vamos acercando de nuevo hacia la puerta,
echamos una última mirada, hacia atrás,
hacia esa parte del pasado que ya no volverá,
cruzamos la puerta y esta se cierra para
siempre, porque hemos sanado y perdonado.
Volvemos a caminar por el pasillo, hasta
que poco a poco vamos viendo que todo
desaparece y vamos tomando conciencia de
donde estamos, y de nuestro cuerpo.
Respiramos profundamente varias veces y
empezamos a mover nuestro cuerpo, manos,
brazos, pies, piernas, torso, espalda, hasta
que finalmente estamos preparados para
abrir los ojos y tomar consciencia de nuestro
aquí y ahora.
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